Para tener finanzas personales saludables debes cambiar tu mentalidad sobre el ahorro, los gastos y las inversiones.
Una administración inteligente del dinero requiere mucho más que una comprensión de las matemáticas. Esa parte es relativamente sencilla: Gastar menos de lo que ganas, invertir temprano y ahorrar te servirá para tener dinero cuando envejezcas.
Los números son difíciles, pero los retos psicológicos y emocionales que impiden que la mayoría de las personas alcance sus sueños financieros son mucho más complicados. Pero no siempre debe ser así. La clave está en modificar tu mentalidad financiera. Para lograrlo, te compartimos seis sencillas estrategias:
No existen los secretos. Los básicos para construir un bienestar económico han estado bien documentados durante décadas. Deja de buscar atajos y secretos; mejor, enfócate en las cosas simples que tus padres y abuelos te enseñaron, como no gastar más dinero que el que ganas y ahorrar parte de tus ingresos.
La felicidad surge de manejar las expectativas. No encontrarás la felicidad si sólo trabajas para poder comprar más cosas. ¿Por qué? Porque siempre habrá algo más que comprar y nunca estarás completamente satisfecho. Escapar de la trampa es fácil: Aprende a sentirte satisfecho con lo que tienes y a ser feliz con el proceso de alcanzar tus metas.
Puedes tener lo que quieras, pero no puedes tenerlo todo. Corta tus gastos en las cosas que no son indispensables e invierte en aquellas que te hagan sentir mejor.
Automatiza todo lo posible. Cuando se trata de ahorrar e invertir, tú puedes ser tu peor enemigo. Así que elimínate de la ecuación. Automatiza tus ahorros, pagos de cuentas e inversiones. Ahorrarás tiempo y dolores de cabeza. Además, estarás menos inclinado a gastar tus ahorros para el retiro en un auto nuevo, por ejemplo.
‘Perfecto’ es enemigo de ‘suficientemente bueno’. Muchas veces, fracasamos en actuar porque estamos buscando la forma absoluta y segura de invertir o ahorrar dinero. Por eso, al final terminamos haciendo nada. Pero la acción elimina el miedo, y un resultado suficientemente bueno es mejor que nada.
No inventes excusas. No culpes al presidente, a tu ex, a la mala suerte o a tus socios de negocios por tu situación económica. Tus circunstancias pueden no ser enteramente tu culpa, pero sí son tu responsabilidad.
A nadie le importa más tu dinero que a ti. Así que no esperes que alguien más te diga cómo invertir, ahorrar o saldar tus deudas. Tienes el instinto y la inteligencia para dirigir tu negocio. Haz lo mismo con tus finanzas personales.
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